JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

España, 1909 – 2009

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XI PREMIO REINA SOFÍA DE POESÍA IBEROAMERICANA 2002

JOSÉ ANTONIO MUÑOZ ROJAS

España, 1909 – 2009

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XI PREMIO REINA SOFÍA DE POESÍA IBEROAMERICANA 2002

BIOGRAFÍA

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Versos de retorno (1929) supuso una aportación de José Antonio Muñoz Rojas dentro de la corriente neopopular y machadiana, perceptible también en libros posteriores como Cancionerillo de la casería (1987), mientras que con Ardiente jinete (1984) desarrolla el tema amoroso con cierta experimentación vanguardista. A aquel libro le siguieron títulos como Sonetos de amor por un autor indiferente (1942), Abril del alma (1943) y, sobre todo, Cantos a Rosa (1954), símbolo de la belleza y la fugacidad del tiempo, todos ellos poemarios en torno al amor, la melancolía serena y la armonía del alma con la naturaleza, de la mano de un estilo directo y coloquial que busca el acercamiento entrañable al ser. Con Las cosas del campo (1951) aborda la prosa poética marcada por cierto estilo horaciano, presente también en su obra memorialística. Una vertiente más reflexiva da curso a las preocupaciones en torno al recuerdo, la soledad y el tiempo, bajo un estilismo de ruptura y repeticiones que se puede rastrear en sus libros de diversas épocas —en muchos de los cuales el tiempo de la escritura no concuerda con el de la publicación—: Al dulce son de Dios (1936-1945), Consolaciones (1955-1965), Lugares del corazón en nueve sonetos que lo celebran (1970), Salmo (1970), Oscuridad adentro (1950-1980), Objetos perdidos (1997), Entre otros olvidos (2001), Rescoldos (2005) o La voz que me llama (2005). Entre otros, además del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2002), obtuvo el Premio Nacional de Poesía.

Portada "Yo sólo sé nombrarte" de José Antonio Muñoz Rojas

«…porque quererte es morir y vivir,

como se sabe a un tiempo»

SUS POEMAS

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LAS COSAS DEL CAMPO

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Hombres del campo, hechos al polvo y a la pena, con la copla sin alegría, pardos, contra el suelo, surco va, surco viene, ya al arado, ya a la hoz o al azadón uncidos a la tierra, nobles hombres del campo, en el olvido y en la desesperanza.

 

Se vive como se puede, malamente; se mantiene malamente la esperanza, nadie sabe de qué.

 

Os sospecháis siempre cerca de la tierra, apenas os saca de ella una hora en que el mundo se dora, el aire se hace ingrávido, la noche alegre y amáis. Luego os ata la carga, el amor, se os arruga la cara, se os hace pesado el andar, duras las manos, torcida la sonrisa. No hay nada que esperar.

 

Al frío seguirá el calor, al relente de la noche la chicharrera del mediodía.

 

Y en vuestros pueblos, sobre un costerón tapiado de blanco, el lugar seguro y pobre donde la tierra que os persigue, os hará suyos para siempre.

OBJETOS PERDIDOS

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Yo sólo sé escribir esto,
porque no sé hacer otra cosa,
tan perdido como siempre he andado,
porque no sé más que andar perdido,
porque no sé hacer otra cosa,
tan a tientas, golpeando el muro,
por si golpeando el muro llego a alguna parte,
tentando el muro. No sé hacer otra cosa.
Por Dios, por Dios, no sé decir otra cosa.
Por si Dios me enseña otra cosa,
por Dios. Que estás en los cielos.

«Nunca como antes y siempre

como antes. Son los ligares mismos…»

EL AUTOR EN LOS MEDIOS

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– ACTO DE ENTREGA –